Me escucharás decirlo constantemente: el entrenamiento es cien veces más mental que físico. Creo que las mujeres tienden a subestimar la implicación de su mentalidad en su éxito. Es una locura, porque tu cuerpo es capaz de hacer casi cualquier cosa; es tu cabeza la que debes convencer. Lo que me ha ayudado, y lo que ayuda a los cientos de mujeres a las que podemos llamar con orgullo nuestras clientas, es realmente volver a aprender a organizar los pensamientos de manera positiva.
Bien, dejemos los siguientes estados mentales dañinos y sigamos adelante.
1. Deje de poner demasiado énfasis en la palabra «apariencia» y más en la palabra «rendimiento»
Como entrenadora, pero también como mujer, es mi trabajo mostrarte que tu cuerpo es más que tu apariencia. Creo que al redirigir nuestro enfoque a lo que nuestro cuerpo puede hacer en lugar de lo que parece, nos reconectamos con nosotros mismos, pero también con nuestros objetivos reales. Es fácil ser convencido por alguien más de que nuestro cuerpo es «inadecuado» y que tenemos que «cambiarlo», pero cuando entrenas para superar tus límites e impresionarte a ti mismo, no sentimos esa presión. Centrar sus energías en el rendimiento, en lugar de en cómo nos vemos, básicamente nos ayuda a amar y respetar la maravillosa máquina que es nuestro cuerpo más que a odiarla.
2. Deja de pensar en quemar calorías y empieza a valorar el acto de moverte
Conozco mujeres que están tan obsesionadas con la cantidad de calorías quemadas / consumidas en un día que han perdido por completo el placer de hacer ejercicio. En un mundo donde todo es cuestión de «perder», «reducir», «quemar», no encontrarás lugar para lo que realmente importa: más allá de perder grasa, el cuerpo de un ser humano está diseñado para mover. Moverse a diario es el acto más natural y saludable para tu cuerpo. Si se enfoca en este concepto simple, se dará cuenta de lo SIMPLE que es lograr sus objetivos.
3. Ponga fin a la comparación excesiva
Los estudios demuestran que cuando nos desplazamos durante más de 5 minutos en nuestro servicio de noticias en Instagram, inconscientemente tendemos a comparar nuestras vidas con las personas que vemos allí. Creo que las repercusiones de la comparación son aún más palpables y dañinas cuando se trata de nuestro cuerpo; es muy fácil desmotivarse porque no te pareces a uno o porque no progresas tan rápido como otro. La (dura y hermosa) realidad es que todas las mujeres somos diferentes.
¿Cuál es el punto de intentar parecerse a otra mujer? No puedes ser otro, y no hay una sola persona que pueda ser TÚ. Lo único sobre lo que tienes poder real y que puede traerte felicidad es convertirte en tu mejor yo.
4. Enamórate del proceso en lugar de los resultados
Desafortunadamente, muchas mujeres sienten que tienen derecho a felicitarse y a estar orgullosas de sí mismas solo después de haber logrado su «cuerpo objetivo». Para mí, esto es una locura: ¿cómo se supone que debes crecer, evolucionar y mantenerte motivado si sientes que todas las pequeñas ganancias diarias no cuentan tanto como el resultado final?
En lugar de hacer hincapié en lo lejos que aún le queda por recorrer antes de alcanzar su objetivo, debe mirarse en el espejo y resaltar todo el progreso que ya ha logrado desde el principio.
Básicamente, tienes que enamorarte del proceso: grandes porciones como levantarte temprano para ir al gimnasio, hacer tus almuerzos en lugar de salir a comer, beber un vaso más de agua al día, no renuncies a tu formación, que son las bases de tu éxito. ¡El resto es la guinda del helado!
5. Deja de tener miedo al fracaso: el fracaso es aprender
¿Una muestra de manos que siente la presión de ser siempre p-a-r-f-a-t-e? Por mi parte, ¡puedo decir que me pasa a mí! Pero el fracaso es un componente VITAL de su proceso de aprendizaje: el fracaso es motivador. No siempre puede ser rosa. No siempre puedes enfrentarte a condiciones ideales. Pero, lidiar con el fracaso le da confianza en su capacidad para superar obstáculos.
No tenga miedo de no ser perfecto, especialmente cuando está comenzando. Recuerda que no tienes que ser un experto para empezar a entrenar, pero tienes que empezar a entrenar para convertirte en uno.